Rubén Moreno Moreno
En los últimos años, donde el malestar social aumenta a causa de las políticas gubernamentales llevadas a cabo por los sucesivos gobiernos del estado, se están multiplicando los movimientos sociales dentro de nuestro territorio. Uno de los más característicos y pintorescos es el de los yayoflautas. Enfundados en sus chalecos reflectantes característicos y con la ilusión y el espíritu que les caracteriza, estuvieron este fin de semana en la feria de entidades de Esplugas de Llobregat recogiendo firmas a favor de una banca pública y transparente.
Llegan desde el barrio de Gracia de Barcelona porque en Esplugas “aún no han conseguido animar a la suficiente gente como para tener un grupo de yayoflautas”. Montan su parada en el principio de Verge de la Mercé, la rambla más transitada de la localidad. Se encuentran al lado de tantas otras sobre comercio justo, ONG’s, causas benéficas del municipio… Pero indudablemente destacan, es imposible obviar este movimiento que lleva a cabo bastantes acciones o “travesuras” como ellos les llaman para reivindicar un modelo social más digno.
Es habitual verles cada miércoles en las acciones de la plataforma “Stop Pujades”, se dejan ver en manifestaciones contra los recortes en sanidad, educación, contra el fascismo… Han estado también presentes en manifestaciones como las Marchas de la dignidad del 22M, la conmemoración de la acción simbólica “Encercla el Parlament” y también son ya características las ocupaciones a diversos bancos para reclamar una banca pública, más justa, el fin de una banca que, según la PAH, ya ha desahuciado más de 170 mil familias mientras que alberga, según un informe de The Guardian, más de 4,3 millones de pisos vacíos en nuestro país.
La banca pública es lo que les trae a esta feria, reclaman firmas para ello. El modo de actuar es sencillo: Hablan con la gente. No esperan sentados como la mayoría de tenderos del recinto, se pasean por delante de su parada, se acercan a la gente amablemente, explican su propuesta de manera clara y sólo reclaman el esfuerzo de firmar la hoja. Es una estrategia sencilla, efectiva. María, una de estas yayoflautas lo explica: “Hacemos lo que no hacen los políticos. Estamos aquí con la gente, les explicamos algo que es por nuestro bien. Saben que estamos luchando por el futuro de nuestros hijos y nietos… ¿quién no va a apoyar eso?”.
Sin embargo también hay rechazo, o lo que es peor indiferencia. Paradójicamente las personas que menos empatizan con los yayoflautas son gente de edad avanzada. Poco atienden a la hora de escuchar las propuestas. Se hace visible lo molesto que le resulta a María al intentar explicarse ante una señora mayor con un carrito en el que va un bebé, cuando le contesta con un “a mí esto no me interesa” y María le recrimina “así le ayuda mucho usted a su nieto”. Hay que recordar que la feria se realiza en Can Vidalet, el barrio más humilde de la ciudad de Esplugas de Llobregat, de tradición obrera y donde el PSC ha logrado históricamente su mayor rédito electoral dentro del municipio. María se excusa “con los políticos que tenemos, es normal que ya cualquiera no quiera ni oír hablar de política”
Avanza la tarde pero el grupo no pierde las ganas. Entre las innumerables terrazas de los bares de la rambla, los curiosos siguen llegando a visitar el puesto. Son bastantes los lemas que podemos observar en su parada, o en sus mismos chalecos. Aunque diferentes, todos van en la misma línea, como mínimo, ideológicamente hablando. “No a las privatizaciones”, “No a los recortes de los servicios públicos”, “Justicia por y para el pueblo”, “Sí a la memoria histórica”. Pese a su aspecto entrañable no hay que olvidar que son activistas, incluso ya han tenido algún encontronazo con la justicia. El caso más reciente, la multa impuesta a una yayoflauta en Madrid por increpar supuestamente a dos policías mientras requisaban material a un mantero.
Se acaba el día, toca recoger. Mientras recogen, José nos explica qué sentido tiene todo lo que hacen: “Yo ya salí en su día a defender algunos derechos, no quiero que me los quiten ahora. Si me quedara en casa no me sentiría bien. Hacemos todo lo que podemos”. Y sin dejar de recibir las miradas curiosas de todos los allí presentes, en pocos minutos han recogido todo. Se marchan con un puñado de firmas, habiendo repartido mucha información y con la sensación de un trabajo bien hecho. Aunque tan sólo sea una tarde en la feria de un municipio, es ” un pasito más en la lucha.”